Este gato mira a una calle. Es 2014 y estamos de vacaciones en Nueva York. A su espalda, en una diminuta mesa, se nos acumulan las bandejas de dim sum de diferentes sabores, algunos de los cuales no estamos seguros de querer reconocer. Y nos reímos. Y hacemos manitas y bromas sobre el cardado en construcción de una señora con chándal fosforito en la peluquería de en frente. Si solo la miras a ella, parece que has retrocedido varias décadas. Michael J. Fox, Perdido en Nueva York.
Pero este gato no se ríe ni una pizca y no es solo una calle lo que mira. Estamos en Chinatown, en Doyers Street, exactamente en un lugar del mundo con forma de codo conocido como The Bloody Corner (la esquina sangrienta) porque ha sido escenario de auténticas batallas de gansters. De los de verdad. El restaurante, llamado Nom Wah Tea Parlor, lleva abierto desde 1920, así que él también tiene muchas historias en la memoria.
Cuentan que algunos de los edificios de Doyers estaban conectados entre sí por túneles subterráneos y pasadizos para facilitar la huida, o que en este cruce ha habido más muertes violentas que en cualquier otra intersección de Estados Unidos.
Madrid, 2017.
Las vacaciones se acabaron y poco a poco la peluquería, el restaurante, la calle en forma de codo y los gangsters con sus gabardinas y sus balas, se fueron haciendo más pequeños mientras nos alejábamos y pasaban los años. Pero en mi foto, sujeta ahora ya milagrosamente de una chincheta, este gato moderno sigue sin inmutarse; moviendo su pata una vez tras otra, serio como si en realidad lo hubiera visto todo. Los robos, los asesinatos, las emboscadas. Como si supiera de qué estoy hablando. La miro y pienso, con algo parecido al cargo de conciencia, en lo rara que es la vida. En cómo puede ser que en una foto de un gato mirando a un lugar sangriento, yo vea sin embargo un día de vacaciones. Un día maravilloso en una ciudad llena de historias.
Pienso en el espacio y pienso en el tiempo. En cómo es posible que en unos pocos metros de planeta quepa tanto a la vez; lo que ha pasado, lo que está pasando y lo que queda por pasar. Que una foto simplona y mal hecha sea de mis preferidas. En el fondo, creo que tiene todo el sentido del mundo. La vida es eso, ¿no? Sobreponerse. Superponerse.
Deja una respuesta