Tengo cinco minutos para flotar en la piscina, pero los gasto mirándoos desde dentro, como si fuera un cazador camuflándose tras el bordillo.
Metí mi barra de labios roja en la maleta pero nunca llegó a salir y olvidé las pinzas de depilar pero no por supuesto las protecciones solares, ni las gasas ni los chupetes. Tenemos camas y ganas y noches calientes y sudor, pero no fuerzas, pero sí amor.
Y bikinis. Mis bikinis son los de antes pero les rebosa cuerpo, y ya no hago topless pero estoy siempre con una teta fuera. O con las dos. Tengo un bañador para mi cuerpo nuevo, uno de una sola pieza, pero tampoco encajo en ella. Soy más de puzle. De arriba y abajo aunque ahora no acabe de verme ni entera ni por partes.
Tengo sueño, por eso no veo. Duermo poco pero las vacaciones arreglan eso, pero eso no le importa a tu hambre ni a tu piel recién llegada. Pero a mí tampoco en realidad, pero a veces quiero que se acabe. Guardar mis tetas en su sitio. Recuperarlas. Pero luego te miro y sé que me quedaría así para siempre. Pegadas. Animales. Que será esto lo que recordaré dentro de mucho. Cuando mire al pasado como os miro ahora desde la piscina. Agazapada detrás de lo que sea. Un dolor, una locura, un infortunio o simplemente el tiempo no escrito todavía.
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