Su bebé, gracias

El otro día estaba ordenando el armario del baño. Pasa de vez en cuando, pero cuando pasa me vuelvo loca tirando restos de jabones, champús caducados, muestras de perfume, cremas empezadas hace mil años… ¡¡¡Para, para, para!!!

¡¿Acabas de tirar el purelán?!

Volví a la basura. Metí la mano y rescaté el tubo amarillo para devolverlo a su sitio.

Para quien no lo sepa, Purelan (así, sin acento) es una pomada que alivia el dolor y la irritación de los pezones (PE-ZO-NES) durante la lactancia y que en mi caso fue la primera esperanza de que eso podía remontar.

Y es que la maternidad empieza de una manera maravillosa y alucinante. Pero con esa felicidad indescriptible nacen también otros sentimientos no tan positivos y mucho más confusos. Y esto, la parte dura, nos pilla por sorpresa. Es algo que me llama muchísimo la atención porque somos una generación muy preparada en muchos aspectos y porque, sencillamente, las humanas llevamos toda la vida pariendo.

Después del parto qué

Durante el embarazo, nos hacemos expertas en reproducción y anatomía, nuestro vocabulario crece al mismo ritmo que la barriga y, con una agenda de médicos y pruebas que ni Bisbal de bolos, por fin llegan unas clases en las que se nos explica hasta cómo ponerle la toquilla al bebé (¡la gente tomaba apuntes!) y, por supuesto, todo lo que concierne al parto, pero en las que el posparto se reduce a los famosos entuertos y un consejo: ojo si te dan ganas de lanzar al niño por la ventana, no vaya a ser que lo que te esté dando sea LA depresión posparto.

Pero es que entre los unos, los entuertos, y la otra, la depresión, hay muchos puntos medios de los que deberíamos hablar más, porque en eso momentos se te hacen un mundo y te parecen insuperables. Algunas amigas me han contado que ellas sí tuvieron reuniones y seguimiento posparto en sus centros de salud y estaban encantadas, pero, en general, la mayoría coincidimos en que, una vez paridas y más allá del control de los puntos o el posparto más inmediato, nada de nada. O muy poca cosa. Se acabaron las analíticas.

Tiene que ver con los recursos económicos que se invierten, pero creo que también con cómo nosotras mismas y la sociedad, en general, encaramos el tema. Vale que lo malo tienda a olvidarse; es supervivencia. Pero quizá deberíamos empezar a hablarnos un poquito más claro las unas a las otras. No se trata de desanimar, sino de romper este bucle que nos condena a vivir las situaciones más naturales, incluido el dolor, en silencio; o que nos lleva al cargo de conciencia si algo no es tan bonito como nos lo pintaban o nos lo pintábamos. A lo mejor si empezamos a ser sinceras, deja de ser noticia nacional cada vez que una madre famosa cuenta cosas evidentes sobre la maternidad o simplemente comparte cómo lo ha vivido ella.

Así que, antes de que se me desintegre el traje de mamá recién estrenada, voy a hacer una lista, que sabéis que me gustan.

Para que mi yo del futuro, si es que se anima a repetir, no se sienta tan solo al pasar por ahí y para que las que estáis justo en ese punto sepáis que no estáis solas. Y que todo pasa.

Pero, ¿qué es lo que pasa?

  • Pasa, para empezar, que incluso después de un parto sencillo, y aunque salgas del hospital sintiéndote como la mismísima Beyoncé, es posible que llegue un momento en el que el espejo te diga la verdad y, lo que es peor, en el que tu cuerpo te recuerde que está dolorido, que ha perdido tono, que le arden los puntos. O que, por ejemplo, decida dejarte inmovilizada con un bebé de dos semanas y un crujido de espalda.
  • Pasa que, si nuestro cuerpo es otro, nuestra cabeza también. Y nuestra identidad. No somos la misma persona que entró al hospital. Y nunca más lo seremos, pero no existe un interruptor mágico para asimilar eso en unas pocas horas. Ni siquiera en unos pocos días.  Y no creo que sea necesario experimentar una depresión posparto para sentirte, en algunos momentos, incomprendida, perdida, asustada o simplemente, muy impresionada. Pero que no sea un caso clínico, no quiere decir que no tenga importancia.
  • Pasa que, si has optado por ella, la lactancia materna, incluso la más exitosa, suele ser difícil al principio. Y que, aunque poco a poco las cosas van cambiando, todavía es un tema en el que los profesionales de la salud no están bien formados. Ni qué decir de los que no somos profesionales. Así que, cuando empiezan los problemas y ves que necesitas ayuda, tienes que asumir que desde el “hija, ya hará callo” hasta el “tú métele un bibe y punto”, vas a recibir consejos de todo tipo, de todo el mundo y muy contradictorios hasta dar con el que te vale a ti. Esto, en un momento en el que ya tienes suficientes contradicciones y no te sobra tiempo para hacer un estudio de mercado entre asesores, madres, médicos o suegras. Tú lo que quieres es ¡ver a tu bebé engordar! y no morir en el intento.
  • Pasa que estás muy cansada. Y que te vas cansando cada vez más porque los bebés por lo general no duermen mucho y son inoportunos, o sea, no lo hacen cuando a ti te viene bien. Y el cansancio acumulado lo enturbia todo mucho. Pero mucho, mucho.
  • Pasa que todo esto pasa mientras tus hormonas están como locas y los horarios de tu casa y las mil visitas que recibes a diario también. Todo el mundo quiere conocer al bebé. estás loca por enseñarlo. Pero al mismo tiempo una parte de ti está loca del coño. Sin más.
  • Pasa que la vida no para porque tú estés en este momento y que las bajas se acaban muy pronto, así que más te vale reponerte, bonita, que este bebé no va a vivir del aire.
  • Y pasa, que pueden pasar muchas cosas más mucho más serias porque esto era solo un ejemplo de un caso sencillo, en el que el bebé y la madre están sanos, el parto ha ido bien y no tienen que enfrentar dificultades mayores.

Y es que, como me dijo una amiga, el posparto dura mucho más de 40 días. Ahora lo entiendo de verdad. Eso y la frase de despedida de la matrona en las clases de preparación al parto: “Os vais de aquí pensando que lo difícil acaba en el parto, pero realmente es ahí cuando empieza lo duro”. Joder, ¡pues haberle dedicado unos cuantos Power Points más, que la toquilla ya se la pongo yo a mi niña como pueda!

(Foto:  Drawing of Creeping Baby Doll, 14/03/1871, vía The U.S National Archives)

6 respuestas a “Su bebé, gracias

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  1. Nada cambia, sólo que ya os atrevéis a decir estas cosas. La sociedad pasa de nosotras y nos lo hace ver no ayudándonos en un momento tan importante en nuestras vidas, y porque se nos ha enseñado que la maternidad es maravillosa, que lo es, pero también es verdad que duele y a veces nos desespera.

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  2. 100% de acuerdo… Yo me llegué a sentir estafada por la ausencia de PowerPoint con el post parto… Aun así, lo que peor llevo (a día de hoy, también) son los «consejitos» que, por cierto, no suelo pedir, pero aún así me los dan.

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