Ella: – Tía, yo te digo una cosa: Estoy a esto de romper con todo.
Yo: – ¿Cómo de romper con todo?
Ella: – Pues mira, que me despierto agotada y lo primero que pienso es: “Mañana me acuesto antes”, es decir, me levanto y lo primero que me viene a la cabeza es acostarme, que eso ya es triste. Luego, en el trabajo, no es que se me haga largo ni nada de eso porque estoy con mis cosas. Pero a la vez, pienso todo el rato en que tengo que hacer esto y lo otro en cuanto salga. Estoy deseando llegar a casa y resulta que cuando por fin lo hago es para ver a mi hija un rato corto mientras la baño y su padre hace la cena. Y mientras hago todo eso, en realidad una parte de mí solo piensa en las ganas que tengo de irme a la cama y descansar. Luego caigo muerta y vuelta a empezar.
Yo: – Joder. Es que es tal cual. A mí lo que más me jode es que de alguna manera lo hemos visto venir. Yo lo he visto en mi madre y a mi alrededor, pero siempre piensas que tú podrás hacerlo de otra manera, no caer en lo mismo. Y de repente, sin saber cómo, levantas la cabeza de lo que estás haciendo y ahí estás, metida hasta el cuello.
Ella: – Pues yo insisto, no sé cómo lo voy a hacer, pero quiero vivir a otro ritmo. Es que los días se nos van, tía, se nos van. No sé cómo lo voy a hacer, pero mi objetivo en la vida es vivir de otra manera, con más calma. Te lo digo de verdad.